Un interés o, más conocido como tipo de interés o tasa de interés, es el precio oficial del dinero. Es decir, el precio que pagamos a una entidad financiera por prestarnos una determinada cantidad de dinero durante un periodo de tiempo.
Su valor siempre se expresa en porcentaje y, generalmente, en términos anuales.
El interés depende del tiempo y de la cantidad de dinero sobre el que se va a aplicar. Es decir, pagarás más si el plazo de tiempo es más amplio o si la cantidad prestada es mayor y, cuanto mayor sea el interés, mayor será la cantidad que la entidad recibirá por haber prestado el capital.
Los intereses indican tanto el coste de pedir dinero prestado a las entidades financieras como la rentabilidad que nos ofrecen los productos de ahorro o inversión. Por lo que, aunque en este artículo nos centramos en el tipo de interés que se debe pagar por pedir dinero, el interés también puede ser el porcentaje que te abona la entidad financiera por depositar tu dinero en sus reservas.
Cuando solicitamos prestada cierta cantidad de dinero, la entidad bancaria deja de disponer de esa cantidad hasta que la devolvemos. Este dinero que nos prestan estaba generando un rendimiento a la entidad financiera, por lo que, al prestarlo, pierde la capacidad de rentabilizarlo.
Asimismo, el dinero pierde valor con el tiempo, puesto que los precios de los bienes y servicios se incrementan y se pierde poder adquisitivo.
Por otro lado, las entidades financieras acarrean un cierto riesgo de devolución del dinero prestado, que tiene que ver con la liquidez, la inflación o el riesgo de crédito. Además, cuanto más amplio sea el plazo de devolución, mayor será la probabilidad de que se materialicen estos riesgos.
Por ese motivo, las entidades bancarias exigen una contraprestación económica por renunciar a la liquidez, por compensar la inflación y por asumir el riesgo de impago. Esta contraprestación económica son los intereses.
En la zona euro, el Banco Central Europeo (BCE) es el organismo que se encarga de regular los tipos de interés. El tipo de interés se basa en la ley de la oferta y la demanda, por lo tanto, constituye el tipo de interés oficial o también llamado tipo de interés de referencia, que es el precio oficial del dinero para las operaciones interbancarias. Es decir, marca lo que los bancos han de pagar por obtener su liquidez.
Además, el BCE tiene la responsabilidad de mantener la estabilidad de precios para preservar el valor del euro, es decir, controlar la inflación anual en torno a un 2 %, sin llegar a esta tasa, inyectando dinero y haciendo que los tipos de intereses sigan siendo razonables.
Por otro lado, dicta la política monetaria común y, periódicamente, marca unos tipos de interés de referencia, que son los que sirven de base para todos los contratos financieros.
A partir del tipo de interés oficial, se calcula el interés que se aplica en las operaciones entre entidades bancarias.
Este tipo de interés es conocido como Euríbor y es el tipo europeo de oferta interbancaria que señala el precio al que las entidades bancarias de la Eurozona se prestan el dinero entre ellas.
Esta práctica es muy habitual, ya que suele tener grandes ventajas con respecto a financiarse por parte del Banco Central Europeo.
El valor del Euríbor cambia diariamente y se calcula a partir del tipo de interés oficial o de referencia más un pequeño diferencial, el cual se establece en función de la solvencia de los bancos, la confianza que se tengan entre ellos y las condiciones económicas.
Por lo tanto, si el tipo de interés de referencia del BCE es el precio al que este presta dinero a los bancos, el Euríbor es el precio al que estos se lo prestan entre sí. Por ese motivo, el tipo de interés oficial tiene un peso específico en este tipo de interés, aunque la propia demanda del mercado puede alterar su resultado. Por eso, el Euríbor puede subir, aunque los tipos de interés estén bajos. De hecho, normalmente el Euríbor suele estar por encima de los tipos del BCE cuando se cree que estos van a subir, y por debajo cuando se estima que van a bajar o mantenerse estables.
Entre 6 y 10 veces al año, las autoridades monetarias se reúnen e informan de los cambios en los tipos de interés oficiales. Esto no quiere decir, que tengan lugar tantos cambios en los tipos de interés.
Si el BCE observa que la inflación se dispara, subirá los tipos de interés oficiales, lo cual supondrá que cobre más dinero a los bancos. Esto dará como resultado que el crédito se reduzca, se enfríe la economía y la inflación tienda a bajar.
En caso contrario, si la inflación baja más de lo previsto, entrando en riesgo de deflación, es necesario fomentar la actividad económica. En este caso, el BCE deberá bajar los tipos de interés, para que los bancos comerciales puedan solicitar dinero a un menor coste, con el fin de que lo presten a particulares y empresas con menores tasas de interés, se produzca una inyección monetaria y se reactive la economía. En este caso, la inflación volvería a subir.
Por lo tanto, la inflación marca los tipos de interés oficiales que imponen los bancos centrales.
Asimismo, las entidades financieras tienen libertad para decidir sus tipos de interés, a partir del tipo de interés oficial, por lo que tienen en cuenta una serie de factores para fijarlos, además del propio comportamiento de los mercados a través de la oferta y la demanda.
En general, debes tener en mente que, a mayor riesgo, mayor tipo de interés aplica el banco.
Aunque las entidades bancarias tengan libertad para decidir sus tipos de interés, también tienen la obligación de informar, a efectos estadísticos, al Banco de España, de los tipos de interés que se aplican a diversos tipos de operaciones.
Los intereses pueden dividirse en dos grandes clasificaciones:
1. Interés remuneratorio: es el interés que se paga por la cesión de capital, el cual está pactado por ambas partes.
Este interés puede:
Para calcular estos tipos de interés se utilizan dos indicadores:
Y dos variables, que se tratan de conceptos oficiales establecidos por el Banco de España:
2. Interés moratorio, de mora o de demora: es un interés variable que surge como una penalización por el incumplimiento de los pagos pactados.
La función de este tipo de interés es incentivar a que el deudor no incumpla su deber. Por esta razón, son especialmente altos, ya que conforman un aviso de las consecuencias de no pagar. No obstante, pueden pactarse entre ambas partes para evitar que sean tan abusivos.
Además, en España existen los Presupuestos Generales del Estado que establecen el denominado “interés legal”, un tipo de interés establecido anualmente en el Boletín Oficial del Estado y utilizado como referencia para calcular los intereses de mora. De hecho, en el caso de que no haya unos intereses de mora pactados con anterioridad, se aplica este tipo de interés.
Estos tipos de intereses se aplican según el producto bancario que se contrate:
Comprender el concepto de “interés” posibilita ser más autónomo con tus finanzas y comparar las condiciones de cada banco para saber si los tipos de intereses que te ofrecen son adecuados o no para lo que necesitas.
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