Los productos financieros son instrumentos ofrecidos por entidades o mercados financieros, tales como bancos, cooperativas de crédito, aseguradoras, empresas de inversión, corredores de bolsa y otros intermediarios financieros, incluso entidades públicas como el Instituto de Crédito Oficial (ICO).
Los productos bancarios son una variedad de productos financieros que ofrecen específicamente las entidades bancarias y de crédito.
Por lo tanto, mientras que todos los productos bancarios son productos financieros, no todos los productos financieros son productos bancarios.
Asimismo, ambos productos están dirigidos tantos a personas físicas como jurídicas, permitiéndoles ahorrar o invertir, obteniendo un rendimiento del dinero o bien financiar bienes y servicios, adaptándose a las necesidades de cada uno y teniendo en cuenta su perfil y el nivel de riesgo que está dispuesto a asumir.
En este sentido, la mayoría de los productos tiene asociada una calificación o rating, con la que se otorga una puntuación en función del riesgo que conlleva su adquisición.
Se trata de una escala del 1 al 6, siendo el 1/6 indicativo de menor riesgo y 6/6, indicativo de mayor riesgo. Por lo tanto, cuanto mayor sea la puntuación, más arriesgado será invertir o adquirir ese tipo de producto.
Esta escala se puede representar gráficamente utilizando cualquiera de las figuras que se muestran a continuación:
Fuente: BOE
Asimismo, también existe una alerta sobre la liquidez de los productos financieros y bancarios, la cual se representa a través de un candado y una sobre la complejidad de estos, representada a través de un signo de exclamación.
Fuente: BOE
¿Qué tipos de productos financieros existen?
Existen una amplia gama de productos financieros destinados a particulares y empresas. Asimismo, estos se pueden clasificar en tres categorías según la finalidad y, por lo tanto, según las necesidades que tengas en cada momento.
1. Productos de ahorro. Están enfocados a acumular y ahorrar dinero mes a mes a cambio de obtener un beneficio en forma de intereses no superior al 4 % anual. Por lo tanto, el rendimiento que se obtiene de los ahorros depende de las tasas de interés.
Son ideales para mantener el poder adquisitivo, el cual varía en función de la inflación y tienen un riesgo muy bajo, pero también una rentabilidad o TAE mínima.
2. Productos de inversión. Están enfocados a que los ahorros ganen poder adquisitivo a cambio de obtener un beneficio en forma de intereses, dividendos y ganancias patrimoniales o revalorización del capital. Por lo tanto, se obtiene una alta rentabilidad, pero también el riesgo es mayor.
3. Productos de financiación. Están enfocados a disponer de un dinero que no disponen a cambio de pagar un interés. Por lo tanto, permiten solucionar problemas de liquidez. Asimismo, es importante tener en cuenta la Tasa Anual Equivalente (TAE) y el tiempo, ya que cuando más largo sea el periodo en el que se debe devolver el dinero, mayor será el interés.
Riesgos de los productos financieros
La función principal de un intermediario es conseguir un determinado producto financiero, con las mejores condiciones económicas y requisitos para su cliente, de tal manera que, aunque este pague por la gestión de intermediación, el resultado conjunto de la operación financiera siga resultando más beneficiosa que habiéndola realizado como particular, sin recurrir al intermediador.
¿Cómo es el proceso de intermediación financiera?
Todas las operaciones financieras, en mayor o menor medida, conllevan asumir una serie de riesgos. Incluso en el caso de los productos de ahorro, donde todo o una parte del capital suele estar garantizada.
Por ese motivo, conocerlos y medir nuestra tolerancia a ellos ayuda a actuar en consecuencia y a tomar decisiones más informadas sobre nuestras finanzas.
- Riesgo de mercado: se origina por las fluctuaciones en los valores de mercado de los activos, las cuales pueden suponer recibir una rentabilidad menor a la esperada. Por lo tanto, es la posibilidad de que los valores coticen por debajo del precio que pagamos por ellos.
- Riesgo de crédito o crediticio: se origina por no percibir la devolución del dinero o no recibirla en los plazos acordados, según condiciones del contrato. Es decir, determinan si el deudor es capaz de cumplir con su parte del contrato. De todos los riesgos que pueden ocurrir, es uno de los más importantes habituales.
- Riesgo de liquidez: se origina por no encontrar contrapartida en caso de desear vender los valores, los cuales tienen poca liquidez. Las posibles limitaciones a la liquidez pueden derivar de la existencia de comisiones o penalizaciones en caso de reembolso anticipado. Asimismo, hay productos que no permiten la amortización anticipada. En casos extremos, podría resultar imposible recuperar el dinero en el momento deseado. La falta de liquidez es un coste que siempre asume el inversor.
- Riesgo operacional: se origina por la aparición de cualquier tipo de contingencia que pueda afectar la gestión como, por ejemplo, una pérdida de datos por parte de la entidad financiera que nos ha concedido un crédito o un ciberataque.
- Riesgo inflacionario: se origina por las variaciones inflacionarias, las cuales pueden suponer una pérdida de poder adquisitivo, debido a que la inflación que se esperaba no sea la que realmente se produzca.
- Riesgo legal: se origina por un cambio en la normativa o las leyes por parte de los gobiernos.
- Riesgo cambiario: se origina por una variación en el valor de tu inversión extranjera debido al tipo de cambio de la moneda.
- Riesgo de tipo de interés: se origina por una variación en los rendimientos de una inversión debido a cambios en los tipos de interés del mercado.
- Riesgo político: se origina por una falta de estabilidad del país en él que se opera.
Los riesgos deben venir detallados en el folleto de emisión del producto que vayas a contratar. Además, en determinadas ocasiones, el folleto puede incorporar advertencias de la CNMV cuando se considere que las condiciones incorporan riesgos significativos para los inversores.
Requisitos mínimos para obtener un producto financiero
Los requisitos para obtener un producto financiero varían dependiendo del tipo de producto y de la entidad financiera. Asimismo, te presentamos una tabla con los más comunes:
Requisitos | Productos de ahorro | Productos de inversión | Productos de financiación |
Documentación personal |
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Datos financieros |
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Perfil del inversor | No aplicable |
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No aplicable |
Solvencia | No aplicable | No aplicable |
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Requisitos adicionales |
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¿Cómo solicitar un producto financiero por primera vez?
El procedimiento general para la solicitud de productos financieros sigue una serie de pasos comunes, aunque puede variar según el tipo de producto y la entidad financiera.
1. Solicitud. El primer paso que debes hacer es completar el formulario de solicitud que te proporcionará la entidad financiera. Este formulario recoge información personal, datos financieros y cualquier otra información relevante según el tipo de producto. Junto con el formulario, deberás entregar la documentación requerida, que puede incluir identificación, comprobantes de domicilio o pruebas de ingresos, entre otros.
2. Evaluación. La entidad financiera revisará la documentación presentada para verificar su autenticidad e integridad y, dependiendo del producto, realizará un análisis del perfil (especialmente importante para productos de inversión) y una evaluación de la solvencia financiera (especialmente importante para productos de financiación)
3. Aprobación. Tras la evaluación, la entidad financiera tomará una decisión sobre la solicitud y te la comunicará por medios electrónicos o telefónicas. La decisión puede ser una aprobación directa, una solicitud de información adicional o una denegación.
4. Formalización. Si la solicitud ha sido aprobada, se procede a la firma del contrato o acuerdo correspondiente. Este contrato establece los términos y condiciones del producto financiero. Recibirás una copia de los términos y condiciones detallados del producto, incluyendo tarifas, plazos, derechos y obligaciones.
5. Disposición/Activación.
- En el caso de los productos de ahorro, se te activará el producto una vez formalizado el contrato.
- En el caso de los productos de inversión, realizarás la inversión inicial según lo acordado y empezarás a recibir información y reportes sobre esta.
- En el caso de los productos de financiación, comenzarás a cumplir con las obligaciones de pago según el cronograma establecido.
Asimismo, si la entidad financiera no cumpla con lo establecido en el contrato, puedes abrir una reclamación a una entidad reguladora como el Banco de España, el cual se encarga de supervisar la solidez y correcto funcionamiento de las entidades, así como de resolver cualquier tipo de reclamación o incidencia.
Los productos financieros son una gran opción, pero antes de contratar cualquiera es importante diseñar tu planificación financiera para identificar cual es el que más te conviene.
Para ello, es importante conocerte tu situación actual y establecer tus objetivos, así como informarte de las características de cada producto financiero, analizar la rentabilidad y el riesgo de cada uno e identificar aspectos como las comisiones, impuestos, intereses, plazos de amortización, plusvalías o requisitos.
Asimismo, la entidad financiera debe proporcionarte toda la información necesaria de forma clara.
Tener claridad sobre qué son los productos financieros te ayudará a elegir el más adecuado para mejorar tus finanzas y sacar provecho de los beneficios que ofrecen.
En Oxperta Capital te ayudamos a conseguir el producto financiero que necesites, con las mejores condiciones y a tu lado en todo momento.